Leonardo da Vinci, uno de los mayores genios del Renacimiento, falleció en 1519 en Francia. Aunque era italiano de nacimiento, murió bajo la protección del rey Francisco I. En su testamento dejó la mayor parte de sus bienes, manuscritos, herramientas y obras de arte a su discípulo y amigo Francesco Melzi.

Este legado no solo refleja una relación personal, sino también una figura jurídica que hoy sigue vigente: el legado testamentario, que en España se regula en el artículo 858 del Código Civil, donde se establece que el testador puede disponer de parte de sus bienes a favor de una o varias personas, siempre respetando la legítima de los herederos forzosos.

En el caso de Leonardo, su herencia no fue objeto de disputa gracias a un testamento claro y bien redactado. En España, situaciones parecidas ocurren cuando una persona sin descendencia directa decide dejar bienes a amigos cercanos, asociaciones o discípulos.

Además, Leonardo fue previsor: redactó su testamento en vida y dejó constancia de su voluntad. Esto es fundamental para evitar conflictos. Como recoge el artículo 662 del Código Civil, “toda persona que no esté incapacitada por la ley puede testar”, lo que incluye a quienes deseen dejar parte de sus bienes a personas no familiares.

La historia de Da Vinci nos recuerda que planificar con tiempo no es solo para grandes genios. En Legadosi3 te ayudamos a redactar tu testamento y planificar tu legado de forma clara, legal y respetuosa con tus deseos.