Es habitual, en algún momento de la vida, plantearse hacer un testamento. Ocurre cuando se cumple cierta edad o, por ejemplo, tras haber tenido hijos. Pero una vez decididos a realizarlo nos encontramos con la siguiente duda: ¿Qué tipos de testamentos existen? 

Es importante que los conozcamos antes de decidirnos a dejar uno, por eso a continuación detallaremos las tres opciones entre las que debemos elegir. Sin embargo, al ser un tema de suma importancia, siempre es preferible dejarse aconsejar por expertos en la materia. En el caso de Legadosi3,  somos un despacho con más de 15 años de experiencia especializados en la gestión de herencias. Por eso estaremos encantados de atenderte ante cualquier duda.

 

Tipos de testamentos

Los testamentos se agrupan en dos grupos: el testamento común y el especial. A su vez, el común se divide en ológrafo, abierto o cerrado. El especial, por su parte, concurre a circunstancias muy específicas (militar, marítimo o hecho en un país extranjero). Por ello nos centraremos en los testamentos más habituales, los comunes, aunque desde Legadosi3 hemos trabajado con todos los tipos descritos.

El testamento abierto, es, de los tres ‘comunes’ el más utilizado. Debe hacerse ante notario, de modo que este redacte el testamento según los deseos del testador, reflejando además el lugar, fecha y hora en que se produce. Una vez dispuesto, quedará guardado en el Registro General de Actos de Última Voluntad. Todas las personas mayores de 14 años y que puedan “expresar su voluntad” pueden llevarlo a cabo. 

Además, pueden realizarlo sin notario las personas que se encuentren en riesgo de muerte inminente (si lo hacen ante cinco testigos idóneos) o en caso de epidemia (ante tres testigos mayores de 16 años). 

Su regulación viene dada en el artículo 679 del Código Civil: “Es abierto el testamento siempre que el testador manifiesta su última voluntad en presencia de las personas que deben autorizar el acto, quedando enteradas de lo que en él se dispone”. 

Testamento ológrafo

Por su parte, el testamento ológrafo es aquel escrito por el propio testador. Para aceptar su validez debe estar escrito íntegramente a mano por el testador (no están permitidos los escritos a ordenador) y debe estar firmado por él. Este testamento entraña más complicaciones que el anterior, ya que debe comprobarse la autenticidad del mismo y que posteriormente fue incorporado a un protocolo notarial. Por ello, es siempre menos recomendable que el testamento abierto.

Por último, nos encontramos con el testamento cerrado, el cual se entrega al notario sellado para que no pueda ser visto antes del fallecimiento del testador. Ha de indicarse al notario sus características (si está escrito a mano o a ordenador), momento tras el cual el notario dará constancia de su existencia. El testamento cerrado se encuentra así entre los dos anteriores, ya que está escrito por el propio testador pero debe ser entregado a un notario.